domingo, 28 de abril de 2019

TRASCENDER LA SOMBRA





“Lo que más necesitas se encuentra donde menos quieres mirar, pero debes buscarlo a propósito. Si te persigue, entonces eres la presa; si te enfrentas a ella, puedes trascenderla”
Jordan Peterson

La sombra es algo que reprimimos y escondemos de los demás, y en la mayoría de los casos, de nosotros mismos.

¿Dónde se origina y qué podemos hacer para integrarla o curarla?

Empecemos preguntando, ¿Por qué tenemos una sombra? ¿Es porque llevamos la oscuridad en nuestro núcleo o la sombra toma forma a lo largo de nuestra vida como residuo de miedo, rabia, vergüenza y culpa, y su evitación?

Yo diría que un poco de ambos.

En el nivel colectivo humano, llevamos traumas relacionados con el sufrimiento y la agresión de nuestros antepasados. Pero en su mayor parte, nuestra sombra se desarrolla durante esta vida en forma de una personalidad compleja y sofisticada, que nos mantiene con un sentido de control.

En el fondo nos sentimos vulnerables, pero intentamos ocultarlo.

Nuestro mundo interior es complejo y, para algunos, insoportable. Continuamente enfrentamos y tememos la exposición de nuestra contradictoria complejidad, hacia nosotros mismos y hacia los demás. En lugar de profundizar en la profundidad de nuestra psique e invitar a una mayor conciencia, preferimos protegernos.

Cuanto más conscientes somos, más responsables somos de nuestras acciones.

Una de las razones por las que ocultamos tan meticulosamente nuestra sombra es porque no queremos llevar la consecuencia de nuestras acciones. Y así, nuestra vulnerabilidad y sombra están estrechamente vinculadas.

Hay muchas formas efectivas de no sentirse vulnerable y conservar un sentido de inocencia:

Cumplir con una moral estricta, adherirse a las ideologías, ya sean sociales o espirituales, o confiar en el dogma religioso, todos logran exactamente esa protección. El tipo de protección en la que nos abrazamos con sentimientos de rectitud e inocencia. Curiosamente, nuestro deseo de permanecer inocentes es una gran sombra en sí misma.

Entonces, mientras estamos ocupados reprimiendo y controlando, la sombra se alimenta y crece con cada intento de combatir el rechazo, la humillación o el castigo, así como las situaciones que nos dejan sintiéndonos culpables y avergonzados.

Estos son algunos ejemplos de cómo nuestra sombra oculta nuestra vulnerabilidad: Digamos que queremos ser reconocidos por algo que hemos hecho. En lugar de pedir reconocimiento, lo ocultamos a través de la falsa humildad y nos resentimos por no obtener la atención que sentimos que merecemos.

Otro ejemplo es nuestra necesidad de pertenecer y ser importantes para los demás. Pero una vez más, en lugar de comunicar esta necesidad, que nos hace vulnerables al rechazo, hacemos que otros se sientan importantes con la esperanza de ser elogiados por nuestras acciones.
Con el tiempo, hemos desarrollado innumerables formas sofisticadas para endulzar nuestras sombras y sentirnos en control.

La integración de la sombra comienza con una honestidad que no busca nada a cambio

Podemos ver que la mayor sombra tiene que ver con intentos de supervivencia de algún tipo.

Esto sucede cuando intentamos controlar nuestros entornos comportándonos como víctimas, obteniendo respeto a través de falsa humildad, superioridad moral y otras formas de manipulación. Cuando hablamos de integración de sombras, es crucial que seamos precisos en cuanto a cuáles son las facetas de nuestra sombra.

El “porque” hacemos estas cosas es de importancia secundaria, porque la lista de razones es interminable y la fuente absoluta es difícil de identificar, pero el impulso de limitar nuestra vulnerabilidad sigue ahí.

La integración de la sombra, no es una rendición, sino que es la comprensión del funcionamiento interno de la vulnerabilidad y la protección, que están estrechamente relacionados con nuestro sentido de supervivencia, tanto física como emocional.

Además, queremos enfrentar nuestras sombras, no para sentirnos mejor o más ligeros en el futuro, sino para estar más integrados dentro de nosotros mismos y disminuir la sensación de separación que produce la sombra. Queremos devolver la integridad que viene con la responsabilidad de pertenecer a una historia y cultura que experimenta mucho sufrimiento y es más grande que nuestro ser individual.

Integrar nuestra sombra implica permitir que la oscuridad sea parte de nosotros, sin el deseo de superarla.

No hay un resultado seguro de integrar la sombra y eso es una píldora difícil de tragar. Lo que estamos “haciendo” simplemente, es traer algo oculto a la luz, sin el intento de hacerlo más o menos significativo o dramático, sino más bien verlo tal como es, volvernos más conscientes.
Cuanto más emocionalmente inducimos a la caracterización de nuestra sombra, menos integración tiene lugar. La integración de la sombra debe ser un acto no dramático., rodeado de un toque de frialdad, donde observamos en quién nos hemos convertido.

Sentiremos el dolor de las mentiras, la traición y el dolor a los demás durante  esta observación- Y el proceso de hacerlo, reprimir el juicio, positivo o negativo, es un verdadero desafío.

Curar la sombra es un proceso mágico en el que somos participantes, no el director.

El gran desafío en la integración de la sombra es aumentar nuestra capacidad para estar o tener una experiencia sin tener la capacidad de cambiarla.
Lo que se ha hecho en el pasado y no se puede deshacer, solo se puede sostener y si se sostiene con paciencia, pueden surgir y verse más facetas. Como cunado un niño se lesiona a sí mismo, solo podemos hacer que compartan el dolor de esperar que produzca la curación, pero la magia de la curación tiene su propia y misteriosa línea de tiempo.

La vida viene con muchas limitaciones y la sombra intenta interferir con la vida misma. Enfrentar nuestra sombra es un acto espiritual de abrazarnos y permitir que incluyamos un poco más de nuestra totalidad humana. A través de esta experiencia, podemos ponernos en contacto con una humildad y simplicidad, que a menudo puede tocar algo en nuestro núcleo, lo cual es místicamente significativo y en expansión.

Si nos damos cuenta de esto podemos decir que hemos comenzado a asumir responsabilidades, a aceptar y reconocer que nuestra evolución se agranda cuando comienza la integración de nuestra sombra.


martes, 16 de abril de 2019

A MAS APARIENCIA, MÁS CARENCIAS.





Dime de qué presumes y te diré de qué careces” dice un refrán popular que algunos han condenado al ostracismo de las verdades molestas. Prisioneros de la dictadura de la apariencia, víctimas de una sociedad de consumo en la que cuanto más tienes más eres, es fácil caer en el error de preocuparnos demasiado por brindar una imagen social de éxito y felicidad, olvidándonos de nuestro auténtico bienestar. 

Seducidos por el canto de sirenas de las redes sociales, que nos prometen una identidad virtual exitosa e impecable, podemos llegar a priorizar tanto nuestra imagen social que el “yo” termina siendo un actor secundario, relegado a un segundo plano, donde languidece en la insatisfacción de lo que podía haber sido, pero no fue.
Complejo de Eróstrato: Especialistas en el arte de aparentar 

Corría el año 356 a. C. cuando en una cálida noche sin luna, un hombre llamado Eróstrato se introdujo a hurtadillas en un templo, se apoderó de una lámpara y la acercó a la tela que envolvía la estatua de Artemisa para incendiarla. Así destruyó el templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo antiguo. 

Su mano se movió motivada por la fama. No perseguía otro fin que pasar a la posteridad. Hoy el “complejo de Eróstrato” se utiliza para indicar a aquellas personas que buscan sobresalir a toda costa, que quieren distinguirse y ser el centro de la atención, pero en vez de desarrollar sus cualidades y capacidades para realmente aportar valor, destruyen o construyen una personalidad ficticia. 
Las personas que priorizan las apariencias no han desarrollado completamente todas las facetas de su “yo” y necesitan recurrir a un personaje ficticio para hacer creer a los demás - o autoafirmarse en la creencia – que tienen éxito y son importantes. Para lograr su objetivo, no dudan en inventar o adornar excesivamente situaciones de todo tipo que les permitan transmitir la idea de que llevan una vida feliz y exitosa. 

Estas personas ostentan sus posesiones materiales sin pudor y a menudo también se vanaglorian de sus relaciones sentimentales ya que para ellas son un logro más. Jamás tienen problemas, su vida es simplemente perfecta. De hecho, a veces llegan a creerse tanto el personaje que han construido que, aunque la vida se esté desmoronando a su alrededor como el frágil castillo de naipes que es, se niegan a reconocerlo. 

¿De dónde proviene el deseo de aparentar lo que no somos? 

En la base de las apariencias se encuentra una profunda necesidad de ser aceptados y amados, así como de sentir que somos importantes. Cuando somos pequeños, nos damos cuenta de que los “buenos comportamientos” son premiados en forma de afecto y aceptación, de manera que comenzamos a adaptarnos al medio para obtener la aprobación que necesitamos. 

En la etapa adulta esa respuesta adaptativa puede transformarse en un patrón neurótico. La persona que vive de las apariencias depende casi por completo de las opiniones de los demás, por lo que construye una imagen ficticia con la que pretende granjearse la aceptación que necesita. 

El problema es que en muchos casos termina identificándose con esa imagen. Lo que inicialmente era una respuesta de supervivencia, termina convirtiéndose en una sobreadaptación y la persona decide y actúa buscando la aprobación ajena, olvidándose de sí misma. Se olvida de construir una vida que la haga sentir bien, para crear una vida que se vea bien desde fuera. 

En el fondo, esa búsqueda de aprobación esconde un profundo miedo a ser rechazado y perder el afecto. Estas personas piensan que si se muestran tal cual son, si son auténticas, los demás no las aceptarán. Eso significa que no aceptan algunas de sus características, pero en vez de emprender un trabajo interior para cambiarlas, simplemente deciden esconderlas. Por eso, cada apariencia es el reflejo de una carencia, una meta frustrada y/o un rechazo interior. 

Quien vive para aparentar se olvida de vivir

Las personas que viven para aparentar no han desarrollado una buena conciencia de sí mismas, no tienen una autoestima sólida, sino que dependen emocionalmente de las valoraciones de los demás. Eso les lleva a perder la conexión consigo mismas, no son capaces de identificar sus propias necesidades y pierden de vista los objetivos en la vida ya que su meta se limita a buscar la aprobación construyendo una máscara tras la cual esconderse. 

Como dijera el escritor francés La Rochefoucauld: “Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos”. De hecho, es habitual que estas personas se queden atrapadas en la máscara que han construido, víctimas de la superficialidad y las apariencias, sin poder establecer relaciones sólidas y profundas ya que siempre están ocultando su verdadero “yo” y se relacionan a través de una personalidad maquillada. 

Por otra parte, mantener esa imagen de perfección no suele ser fácil. Ya lo decía Karl Kraus: “aparentar tiene más letras que ser”. La persona que quiere ser fiel al personaje que ha construido tiene que someterse a un férreo control y supervisión constante, de manera que sufre una gran presión autoinfringida que puede hacerla estallar en cualquier momento. Y eso no es felicidad. De hecho, es lo más alejado de la felicidad que se desea aparentar. 

De esta manera, cuando más intentemos aparentar, más lejos estaremos de alcanzar eso que aparentamos. Es una doble atadura psicológica porque cuanto más nos preocupemos por aparentar ser felices, menos tiempo tendremos para intentar descifrar que nos hace felices de verdad. 

¿Cómo escapar de las apariencias en la sociedad de las apariencias? 

No podemos negar que la presión social existe y que a todos nos agrada ser aceptados. Sin embargo, debemos asumir que todos no aprobarán cómo vivimos o lo que pensamos. Y eso no significa que tengamos menos valor, simplemente significa que somos únicos. La búsqueda de aceptación y la adaptación terminan allí donde comienza a corroer nuestra identidad empujándonos a convertirnos en algo que no somos.
Jennifer Delgado


domingo, 14 de abril de 2019

IDENTIFICACIÓN




El ego se forma cuando nos identificamos con algo que no somos. Te puedes identificar con el cuerpo, con la mente, con las personas de tu entorno, pero en el mismo momento en el que identificas, te pierdes. En eso consiste el ego, y así es como se forma y como cristaliza.

Lo que tienes que comprender es que tu no eres la mente, ni el lado oscuro ni el luminoso. Si te identificas con la parte luminosa, la parte que te parece mas bonita de las personas y de las situaciones, te resultara imposible des-identificarte de la parte oscura, ya que son dos caras de una misma moneda. O la tomas en su totalidad, o la dejas en su totalidad, pero no puedes dividirla.

Toda la angustia del ser humano se reduce a que quiere elegir lo que parece hermoso, luminoso; quiere quedarse con el entorno plateado y dejar a un lado la nube oscura, sin comprender que el entorno plateado no puede existir sin la nube oscura. La nube oscura es necesaria para que resalte el plateado.

En cuanto dejas de elegir, desaparecen todas las preocupaciones. Se acepta plenamente que así tiene que ser la mente, que así es su naturaleza y que no es problema  tuyo, porque tú no eres la mente. Tú eres algo distinto Solo eres un testigo; nada más.

Pero tú mismo creaste el conflicto, al abandonar tu posición de simple testigo te identificaste.

Si consigues dejar de identificarte con la mente, aunque solo sea unos momentos, veras que deja de existir todo lo que antes la llenaba y la hacia actuar--un día sí y otro también, durante el sueño y en la vigilia--

Entonces desaparece la personalidad, y muchas otras cosas que considerabas muy importantes y que tanto te preocupaban. De hecho, intentabas resolverlas y cada día se volvían más complicadas, todo suponía un problema.

Tú eres un observador, si te identificas con las cosas bonitas y te quedas atrapado por ellas, también quedaras atrapado por las cosas feas, porque la mente no puede existir sin la dualidad. La conciencia no puede existir con dualidad, mientras que la mente no puede existir sin ella.

La conciencia no es dual, la mente sí, de modo que la única solución consiste en retroceder y mirar. Has de crear una distancia entre la mente y tú. Mirarlo todo como podrías ver una película, sin identificarte con lo que ocurre a tu alrededor.

Esa es la forma correcta para que no te "atrape" la vida, y para que aparezca el Ser. En ese momento te volverás universal, estando integrado a un Todo.

sábado, 13 de abril de 2019

ARMONÍA EN TU VIDA






DECÍA SÉNECA QUE; “SUFRIR ANTES DE TIEMPO ES SUFRIR DOS VECES”.

Si uno cultiva su paz interior mediante la práctica de la acción correcta, sentirá tal grado de confianza que cualquier anticipación acerca de lo mal que pueden ir las cosas, será interpretada por su mente profunda como un pensamiento virus y su disolución será automática.

La anticipación negativa de acontecimientos dolorosos genera sufrimiento en el presente de lo que, paradójicamente, puede suceder o no en el futuro ¿Acaso no es mejor pensar que cuando las cosas sucedan, dispondremos de soluciones certeras?

En realidad, antes de que suceda lo que uno teme, lo más probable es que alguno de los elementos implicados haya sufrido alguna modificación. ¿Acaso no puede suceder también que cuando llegue el mañana, pueda incluso ya darnos igual lo que hoy nos atormenta?

Existen personas que tienen un cierto grado de adicción a vivir e incluso perpetuarse en el problema. Sus mentes tienen el hábito de crearse tensión e incertidumbre acerca de lo que llega. Es muy frecuente que el programa mental de anticipación y victimismo de estos seres humanos haya sido fotocopiado de alguno de sus progenitores.

Un aspecto que, si bien ayuda a comprenderlos, no les exime del trabajo de instalar nuevos programas con nuevas ideas. Para conseguir tal reorientación positiva, primeramente conviene ser consciente de los momentos cotidianos en los que salen a la luz nuestras emociones destructivas.
Seguidamente, es aconsejable cultivar la atención sostenida al trazado de nuevas opciones de pensamiento más profundas y expansivas. De otro modo, las ideas estériles, además de intoxicar a la mente, al cuerpo y al medio ambiente, angustian y atormentan.

Las estadísticas más recientes señalan que el 90% de los sufrimientos que el ser humano padece son generados por cosas que no han sucedido no van a suceder.

El hecho de aprender a erradicar tales pensamientos negativos de la corriente mental supone el verdadero trabajo de atención a uno mismo. Cuando la mente es invadida por semejantes ideas, la persona se ve obligada a mantener un constante estado de alerta.
Se trata de una gimnasia mental que, sin duda, fulmina los pensamientos inútiles e indeseables y ayuda a conocer los entresijos que discurren en una mente abierta. Esta práctica también propicia a relativizar el mundo de las ideas y posibilita un salto en la expansión de consciencia.

Es frecuente observar como muchas madres tildadas de “buenas” se anticipan a imaginar desgracias en sus hijos mayores cuando éstos se retrasan en llegar a sus casas. Cuidado con ese aspecto de algunos seres que se preocupan “tanto” por los demás, cuando afirman que lo hacen porque los quieren y “necesitan”. Tal vez, dichos vínculos, en la mayor parte de los casos, tienen que ver más con patrones patológicos de dependencia que con relaciones de amor y convivencia.

Los hechos que acontecen en la vida son totalmente neutros en realidad, es nuestra mente la que interpreta y da significado positivo o negativo a las cosas que pasan.

Desde tal perspectiva, aprender a pensar bien de lo que nos sucede es una de las más valiosas competencias del ser humano.